Retiro de meditación Vipassana en Katmandú: 10 días de silencio

En abril de 2023 asistí a un curso de meditación Vipassana de 10 días en un centro a las afueras de Katmandú, Nepal.

Fue la experiencia más dura de mi vida.

Hasta la fecha, mi experiencia con la meditación había consistido en algún retiro de yoga esporádico (como por ejemplo en este ashram de la India) y hacer meditación mindfulness por mi cuenta escuchando la angelical voz de mi youtuber preferida por las mañanas. Básicamente se podría decir que era una principiante en meditación. Hasta entonces, lo máximo que lograba estar quieta y presente eran 20 minutos, sentada cómodamente en la cama, apoyando la espalda en un cojín.

Me apunté a un retiro Vipassana por pura curiosidad, porque los que lo hicieron me dijeron que es una de esas experiencias que te cambia la vida. Estaba convencida que el mayor problema iba a ser el silencio impuesto durante 10 días, pero al final del primer día me di cuenta de lo equivocada que estaba.

Estar sentada más de 10 horas al día fue mi tortura.

En este post te cuento mi experiencia de 10 días en un centro de Katmandú, en qué consiste la técnica Vipassana, lo que comes, los horarios, los beneficios y más cositas para que te vayas preparando por si un día quieres vivir esta aventura.

Qué es Vipassana

Vipassana es una de las técnicas de meditación más antiguas de la India y fue redescubierta hace 2500 años por Buda. Inicialmente el Vipassana se extendió por toda la India y en los países vecinos, pero luego la pureza de la técnica se perdió porque la mezclaron con otras técnicas yóguicas.

Afortunadamente, en Myanmar, algunos maestros lograron transmitir la técnica tal y como la enseñó Buda. Y fue así que S.N. Goenka la aprendió en Myanmar con Sayagyi U Ba Khin.

Después de sus estudios, S.N. Goenka comenzó a enseñar Vipassana en la India en 1969, fundando un centro y desde entonces se han abierto muchos otros en todo el mundo.

El término Vipassana significa «ver las cosas como son en realidad», o sea eliminar todos los patrones mentales que hemos construido a lo largo de nuestra vida que nos hacen distorsionar la realidad tal y como es.

En la mayoría de los casos, no «vemos» la realidad por lo que realmente es, sino que la filtramos de acuerdo con nuestra experiencia. En pocas palabras, cada uno de nosotros tiene una visión subjetiva del mundo según su pasado.

que significa vipassana

Centro Vipassana de Katmandú.

Código de disciplina Vipassana

Cuando te registras en un retiro Vipassana te comprometes a quedarte durante los 10 días completos. También aceptas cumplir con 5 reglas:

  1. no matar (ni un mosquito),
  2. no robar,
  3. no mentir,
  4. no tener conducta sexual inapropiada,
  5. no tomar sustancias intoxicantes.

Además tienes que dejar el móvil, cualquier bolígrafo y papel que hayas traído porque está prohibido escribir, tener contacto con el mundo externo y hacer actividad física, incluido el yoga.

También se impone el Noble Silence desde el comienzo del curso hasta la mañana del último día completo. El Silencio Noble significa no hablar, no comunicarse con los otros estudiantes de cualquier forma, ya sea mediante miradas, gestos, señas, notas escritas, etc.

En 10 días, solo está permitido hablar con el profesor/tutor asignado para hacer preguntas acerca de la técnica o quejarse. Para lo demás, hay que actuar como si estuvieras aislada.

En pocas palabras te encarcelan sola con tu mente por 10 días. Parecen pocos pero a mi se me hicieron eternos.

retiro Vipassana en Nepal Katmandu

Sala de meditación en el centro Vipassana de Katmandú.

Cómo es un día tipo Vipassana

4:00 Suena el gong para despertarse.
4:30 – 6:30 Meditación en el hall
6:30 – 8:00 Desayuno
8:00 – 11:00 Meditación en el hall o tu habitación, según las instrucciones del profesor
11:00 – 12:00 Almuerzo
12:00 – 13:00 Preguntas al profesor en la Sala de Meditación
13:00 – 17:00 Meditación en el hall o tu habitación, según las instrucciones del profesor
17:00 – 18:00 Pausa para el té
18:00 – 19:00 Meditación
19:00 – 20:15 Vídeo con los discursos de S. N. Goenka
20:15 – 21:00 Meditación
21:00 – 21:30 Preguntas para el tutor en la Sala de Meditación
21:30 Se apagan las luces. Hora de dormir.

10 horas de meditación cada día es poca broma y si no estás acostumbrada a estar sentada tanto tiempo, prepárate porque te va a doler todo el cuerpo.

horarios del un día de retiro del silencio

Horarios de un día tipo en un retiro del silencio.

Cómo se hace la meditación Vipassana

La técnica Vipassana (que se explica sólo a partir del Día 4) consiste en escanear tu cuerpo lentamente en un orden específico, según las instrucciones de S.N. Goenka. Este escáner nos ayuda a ser conscientes de las sensaciones, incluido el dolor que sentimos sin reaccionar.

Un ejemplo: si tu pierna se queda dormida mientras estás escaneando el cuello en busca de sensaciones objetivas, tu mente puede delirar y pensar que si no mueves la pierna se te inflamará y tendrás que ir al hospital. Pero, con fuerte determinación, no la mueves. En cambio, vuelves a concentrarte en el cuello e ignoras la parte de tu cerebro que te ruega que le prestes atención al dolor en la pierna.

Vipassana te recuerda que el dolor es temporal, como todo lo demás en la vida.

Este fue un concepto difícil de asimilar para mí, ya que desde el Día 1 la espalda me empezó a doler terriblemente pidiéndome a gritos un antiinflamatorio o un masaje.

“Serena” susurró mi mente “no deberías estar haciendo esto. ¿A quién se le ocurre estar tantas horas sentadas? No está bien. Esto no es sano. Es antinatural. Te vas a hacer daño. Túmbate y pasa de todo…”

Pasé mucho tiempo diciéndole a mi espalda que dejara de molestarme para que pudiera concentrarme en escanear mi cuerpo pero me llevó un tiempo, mejor dicho, unos días.

Además de los escaneos corporales, el Día 4 marcó el comienzo del Adhitthana (strong determination) firme determinación por lo que no te puedes mover.

¿Te duele la espalda? ¿Tu pierna se ha quedado dormida? Aguanta y no cambies de posición. ¿Te pica la nariz? Prohibido rascarse. ¿Sientes un ruido? No puedes abrir los ojos para comprobar lo que pasa.

Durante esas sesiones de una hora (3 al día), te sientas y escaneas tu cuerpo desde la parte superior de la cabeza hasta la punta de los dedos de los pies, y luego desde la punta de los dedos de los pies vuelve a subir hasta la parte superior de la cabeza. Sin moverte.

A lo largo del camino, si hay puntos de dolor (y los hay…¡muchos!) los observas. Los reconoces pero no los complaces. Después de todo, sabes que son temporales.

Mi experiencia personal en Katmandú

Día 0

Después del check in, entregué mi móvil, bolígrafo y mi diario, antes habiendo avisado a mi familia de que por 10 días iba a desaparecer del mapa para meditar. Al registrarme tuvieron el detalle de darme una habitación compartida con otras tres chicas occidentales: una albanesa, una boliviana y una canadiense. Además teníamos un baño privado con ducha con agua caliente, todo un lujo considerado que estaba en Nepal.

Enseguida, al pasear por el conjunto reservado a las mujeres (separan los hombres de las mujeres), me di cuenta que estaba en una prisión. No había parque donde poder pasear, ni vistas que contemplar. Cero privacidad. ¿De verdad iba a pasar ahí los siguientes 10 días?

Me asignaron un número, el I3, que correspondía a mi sitio para meditar en la sala de meditación y mi asiento para comer.

Por la tarde, cuando todos se acomodaron en la sala, de repente me sorprendió la voz de un señor indio sonando a todo volumen por los altavoces. Casi me entró la risa al escuchar una voz desentonada más parecida a la de un moribundo que a una voz melódica. Escucha este vídeo para comprobarlo tú misma.

 

 

La misma voz nos indicó que nos concentraremos en nuestra respiración:

«Siente el aire entrando y saliendo de tu nariz. Siente la sensación que provoca tu respiración en esa pequeña zona triangular entre tus fosas nasales y el labio superior. Enfoca toda tu atención aquí, en este triángulo».

Después de la primera hora de meditación comenzó el Noble Silence. No había empezado el primer día y ya estaba deseando salir de ahí lo antes posible.

Día 1

De 4:30 a 6:30 me costó estar centrada sin quedarme dormida. Después siguió una hora de meditación grupal, el almuerzo y otra maratón de meditación con descansos de cinco minutos entre cada sesión. Luego pausa para el té, meditación en grupo, conferencia para ver el discurso de S. N. Goenka del 1991 (sentada en el suelo, obviamente) y, finalmente, última meditación del día y a dormir.

¿Qué hice en 10 horas de meditación?

Tratar de concentrarme en observar el aire que entraba y salía de la nariz con cada respiración. Y cuando me daba cuenta de que mi mente se había distraído, sin juzgarme la traía de vuelta a ser consciente del acto de respirar. Así durante diez horas.

Acabé el día con un tremendo dolor de cabeza y la parte derecha de mi cuello y espalda bloqueados. Mi mente comenzó a enloquecer:

“¿Qué hago aquí? ¿Va a ser así todos los días? ¿De verdad esto dura 10 días?”

Minuto a minuto, hora tras hora, luché y de alguna manera sobreviví al primer día.

Día 2

El dolor en la espalda y en el cuello aumentó, pero de alguna manera logré no darle mayor importancia concentrando mi mente en la respiración. Fue difícil.

Sin encontrar una postura cómoda, sentada y con la espalda erguida, pasé el día intentando meditar: meditación, recuerdos del pasado, meditación, planes del futuro, meditación, recuerdos del pasado…

Lo único que me consolaba era la comida deliciosa nepalí que nos preparaban los voluntarios y el hecho de ducharme con agua caliente. Esos minutos bajo el chorro de agua caliente fueron el único alivio para mi espalda.

Día 3

Lo mismo. Pasamos un día entero observando durante 10 horas la respiración. Estar sentada en un cojín se convirtió en una tortura y pasé la mayor parte del tiempo sufriendo en silencio.

Por la tarde, no pudiendo aguantar más el dolor me di un masaje en la espalda con una pomada de origen chino a base de ingredientes naturales. No me quitó el dolor pero por lo menos me dio una tregua después de tanto sufrir.

A mediodía me reuní con Shila, mi tutora, y le confesé que estaba aburrida de observar la respiración. Un día vale, pero después de tres días me estaba poniendo nerviosa. Y encima me dolía toda la espalda.

Shila, una señora sobre los 80 años, muy elegante, de rasgos asiáticos, con una voz maternal me contestó:

«Don’t do that my child (no lo hagas hija). No vuelvas a utilizar la crema o a escapar del dolor. Aguanta. Estos días son sólo de preparación al Vipassana. Verás que mañana, una vez que aprendas la técnica, podrás controlar mejor el dolor y tu vida mejorará.»

Lo dudé pero le hice caso.

el jardin del centro Vipassana de Katmandú

Espacios comunes en el centro Vipassana de Katmandú donde paseaba en mis ratos libres.

Día 4

Me desmoroné.

Tras las grandes expectativas de aprender por fin la técnica Vipassana, cuando por la tarde, tras estar ya 6 horas sentada, descubrí que la técnica consistía en hacer un escáner del cuerpo quería estrangular al profesor.

Me pareció lo más estúpido del mundo y mi dolor me cegaba.

Además, ese día pasamos a la siguiente pantalla del juego: había introducido el “Adhitthana”, firme determinación. O sea durante las 3 sesiones al día no podíamos mover las piernas, los brazos, manos ni abrir los ojos. Un gran reto para mi que no acababa de encontrar una posición cómoda… y eso que ya me había hecho con 3 cojines y dos mantas.

La voz ronca del profesor S. N. Goenka nos guió lentamente por todas las partes del cuerpo invitándonos a observar las sensaciones y cuando llegó al pecho, las lágrimas inundaron mi cara.

“¿Qué mierda de técnica es esta? ¿En serio tengo que estar aquí? ¿Diez días observando mi cuerpo? Me duele la espalda, joder. Me duele todo. Está en una maldita prisión. Es una pesadilla”.

Solo quería levantarme y huir pero no lo hice. Aguanté. En silencio.

Día 5

Me costó horrores observar las zonas de dolor, tanto que en vez de quedarme ahí un minuto bajo sugerencia de Shila, las pasaba rápidamente prefiriendo concentrar mi observación en las zonas insensibles.

Estaba evitando el dolor.

Día 6

Por primera vez, logré no moverme, durante las tres sesiones de Adhitthana. Me costó pero lo hice y eso me dio fuerza para aguantar un día más.

Cuando me reuní con Shila, le conté mi gran logro y le pregunté qué iba a mejorar o a aprender en los siguientes días, con la esperanza de que me diera más ánimos. Ella me sonrió y contestó:

«Estás pensando ya en el futuro. No lo hagas, hija. Lo único que importa es el presente. No el pasado ni el futuro. Céntrate en la técnica, en observar y verás que te aportará muchos beneficios en la vida».

Sus palabras no me consolaron. El presente era sufrimiento, tristeza, rabia y agitación. Otras chicas ya habían abandonado el curso.

No sé donde encontré la fuerza y la motivación para seguir adelante.

Día 7, 8 y 9

El dolor agudo e intenso de la espalda empezó a disminuir con cada escaneo corporal. Luego regresaba de nuevo y desvanecía al levantarme de la sesión.

El dolor, como el ciclo de la vida era solo temporal y siempre cambiante.

Día 10

“Namaste” fue lo primero que escuché al salir de la sesión de las 8 de la mañana. Levanté la mirada del suelo y vi las voluntarias que nos habían atendido todos esos días con las manos juntas y una enorme sonrisa. Se había levantado el Silencio Noble y no pude contener las lágrimas. Después de 10 (larguísimos) días volví a sonreír, a mirar a los ojos las otras alumnas e intercambiar palabras con otras personas.

Me sentí rara, aliviada pero al mismo tiempo trastornada. Me sentí una superviviente, tanto que me costó un tiempo asimilar todo lo que había pasado.

retiro Vipassana en Nepal Katmandu

Yo en el centro Vipassana de Katmandú con el calendario que marcaba el paso del tiempo.

El día siguió con charlas sobre la importancia de servir y retribuir, no solo con dinero, sino como voluntarios para futuros cursos. S. N. Goenka nos animó a ser felices y que todos los seres tengan paz.

Terminamos con una nueva meditación de amor y compasión, enviando buenas vibras, perdonando a aquellos a quienes pudimos haber hecho sufrir intencionalmente o no, pidiéndoles perdón y deseando la paz y felicidad de todos los seres.

Día 11

A las 4 de la madrugada sonó el último gong y me levanté más feliz que cualquier otro día. Después de la sesión de las 8, fui a recoger el móvil y probé una extraña sensación al encenderlo.

Me costó un poco volver a la civilización, a la vida normal. En cuanto puse un pie fuera del centro Vipassana, me di cuenta de que todo iba tan rápido: la gente hablaba en voz alta, corría, había ruido…

El mundo estaba acelerado y yo solo quería tranquilidad.

¿Cuánto cuesta un retiro de meditación Vipassana?

Es gratis.

Todos los cursos y los centros se mantienen gracias a las donaciones de los alumnos, incluido el tiempo, ya que el personal son ex alumnos que ofrecen su tiempo como voluntarios.

Si no llegas al final del curso, no pagas nada ya que pueden donar solo los alumnos que terminan los 10 días y se han beneficiado de esta técnica de meditación.

Doné al menos lo que le costaría al centro la comida y el alojamiento.

precio donaciones retiro Vipassana

Cartel de las donaciones.

Dónde hacer un curso de meditación Vipassana

En la página oficial de Vipassana (consulta aquí) hay un directorio de los centros en todo el mundo.

Ten en cuenta que las “comodidades” varían según el centro y el país.

Mi centro en Katmandú (Guía de viaje de Nepal aquí) ofrecía habitaciones compartidas y privadas muy modestas.

habitación compartida en el centro Vipassana

Mi habitación con baño compartido.

Otro punto a tener en cuenta es la diferencia cultural. Por ejemplo, en Nepal es normal carraspear las secreciones de las vías respiratorias y arrojarlas por la boca, escupir en el suelo, lavarse la boca en el fregadero, aspirar en vez de soplar la nariz, eructar y enjuagar la boca en público.

Lo mismo vale para la comida. Todos los días comíamos Dal Bhat, el plato típico de Nepal que consiste en un plato de arroz con sopa de lentejas y verduras. Y para desayunar, a veces nos daban pasta, arroz o legumbres y cereales.

Por último, infórmate también sobre el espacio común. Por ejemplo, en mi centro no había vistas, ni un parque o jardín y eso aumentó mi sensación de estar en una cárcel.

¿Qué se come? ¿No hay cena?

Como mencioné, el menú es estrictamente vegetariano basado en una de las premisas de “no matar”. A mi personalmente no me pesó ya que estoy eliminando la carne de mi dieta pero sé que a otras personas sí.

Hay solo dos grandes comidas en el día: el desayuno y el almuerzo.

Para desayunar nos daban una sopa de legumbres o pasta o arroz, cereales, galletas, tostadas con mermelada y té. Nada de café.

Para comer, Dal bhat todos los días y dos piezas de chapati.

La cena consistía en té, dos piezas de fruta y unas patatitas saladas típicas en Nepal.

Antes de empezar el retiro, la principal preocupación de mi madre era que iba a pasar hambre pero tengo que decir que de alguna manera te acostumbras. Al igual que el silencio.

No pasé hambre.

Otra cosa: te sirven la comida en unos platos de metal y cuando acabas, los tienes que lavar tú. También hay que respetar los horarios de las comidas porque son estrictos. Si no te presentas a tiempo, no te dan de comer.

Por último, en el centro de Katmandú había estaciones para beber agua potable; todo un detalle para los extranjeros como yo.

que se come en un retiro Vipassana

Comedor y estación de agua potable.

¿Recomendaría la meditación Vipassana a otros?

Sí, pero sólo cuando estás lista y es el momento adecuado.

Vipassana es una meditación que si se hace correctamente puede ser muy útil en la vida.

Al escanear tu cuerpo, prestas atención tanto a las sensaciones leves como a las fuertes, y observas en lugar de reaccionar ante ellas, llegando a obtener más dominio sobre tu mente y una mayor capacidad para enfocarte, concentrarte y vivir en el presente, sin obsesionarte con el pasado o el futuro.

Independientemente de tu religión o creencias, lo que te enseña el Vipassana es a vivir mejor el presente.

Pero (y es que hay un pero) tratar de permanecer quieta, sentada y meditar durante diez horas por diez días seguidos es un tremendo desafío y para ello, hay que tener una fuerte determinación.

Los beneficios de Vipassana

Solo ha pasado una semana desde que terminé mi retiro Vipassana en Katmandú, por lo que es demasiado temprano para decir si esta meditación efectivamente ha cambiado mi vida.

Pero una cosa la tengo clara: no salí iluminada. Como tampoco extremadamente feliz. Ni he solucionado los problemas de mi vida como arte de magia.

¿Entonces para qué tanto sufrimiento?

Bueno, ante todo gracias al retiro he aprendido por fin a meditar por mi cuenta. Ahora ya no necesito una aplicación o un vídeo de youtube para hacerlo. Con que esté en un lugar tranquilo, puedo cerrar los ojos y meditar una hora sin moverme.

Luego, gracias a esta técnica, pude notar por primera vez en mi vida sensaciones en todo mi cuerpo, incluso las más sutiles como un suave golpe de aire frío en la parte superior de mis labios al inhalar, cuando simplemente lograba observar la respiración.

También aumentó el nivel de mis emociones y sentimientos. Por ejemplo, una noche me encontré llorando al escuchar una canción nepalí en la lejanía del valle de Katmandú. O noté como los músculos de mi espalda se acercaban al costado al inhalar. Una pasada y al mismo tiempo ¡qué dolor!

Con constancia, gracias al Vipassana aprenderé a enfrentar mejor las dificultades de la vida como por ejemplo un duelo, aprenderé a soltar y a vivir más el aquí y el ahora.

Es duro y lleva su tiempo, no te lo niego, pero merece la pena intentarlo.

Al fin y al cabo, todos queremos vivir una vida más serena y feliz.

Espero que este post sobre mi retiro de meditación Vipassana en Katmandú te haya sido útil y si tienes más preguntas te espero en los comentarios.

Última actualización: abril 2023.

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